“Llegué a pensar que era el monstruo por no haber protegido más a mi hija”, “me sentí la más miserable del mundo”, “el termino de mala madre se me hacía pequeño”, “Dios cuanta miseria ni siquiera podía ver a la cara a mi hija” reflexionó Luisa (nombre ficticio), quien ahora no deja ni un instante sola a su pequeña.
“El sentimiento de culpa la atormenta. Confiesa pasar las noches imaginando, haciéndose películas de lo que su hija pudo haber sentido ya no sabe lo que es dormir”. Rechazó algunos trabajos de oficina para hacer negocios desde casa y así cuidar de su hija. Sin embargo, “A veces me encierro en un cuarto. Me golpeo y lloro porque me siento culpable”, cuenta afligida y desmoronada.
Luisa se mudó de domicilio, cambió de centro educativo a su hija, porque el caso de su hija fue público y todos la señalaban, lo que hacía que la niña no quería ni siquiera salir a la escuela de nuevo. Luisa Ahora se dedica ciento por ciento al cuidado de ella. “La acompaña a todos lados, La vida nos cambió”, dice. Sus días transcurren entre diligencias judiciales -por el abuso de su hija-, terapias particulares de psicología y consultas médicas para tratar unas afecciones que le transmitió el violador a su niña.
Ella ha absorbido los problemas psicológicos que el abuso dejó en su pequeña y al igual que los padres de otros menores de edad agredidos sexualmente, el sentimiento de culpa los consume
Pedro y Carolina aseguran no ser los mismos cuando su pequeño de 11 años les reveló la pesadilla que vivió en los baños de un colegio donde un compañero de grado superior lo abordo y abuso del niño
“Siempre he cuidado a mi hijo, pero jamás uno se imagina que dentro de un colegio lo iban a abusar”, reiteró Carolina, quien se siente culpable por el hecho. “Uno tiene miedo que se vuelva a repetir el abuso”, manifestó el padre. “La vida nos cambió completamente. Tengo que guardar mis lágrimas y hacer sentir seguro a mi hijo. "Él me dijo que cuando lo abusaron me llamó y no estuve ahí”, recordó Carolina.
Para poder sobrellevar el abuso sexual que sufrió su hijo de 7 años, Mariana también tuvo que renunciar recientemente a su empleo.
Ella atestigua que los constantes permisos para acudir a Fiscalía, reuniones con los abogados y dejar y recoger a su niño del colegio fueron insostenibles. Ahora el tiempo lo ocupa entre las reuniones y el niño. Gracias a dios que tiene familia que la ayuda y sus padres apoyan en los gastos de alimentación y cuidado del niño
“Ya no dejo que salga solo a jugar. Sino estoy yo, es mi mamá quien lo vigila. No confiamos en nadie”, remarcó.
Mariana ahora está centrada en las citas psicológicas. Por que su hijo desde entonces ha cambiado, presenta crisis de agresividad, tristeza y miedo . pese a que fue cambiado de escuela. “A veces me pega, no quiere comer. No quiere dormir solo. Trato de calmalo es muy duro”.
Mariana trata de lidiar con los episodios que en su mente hila de imprevisto. “Un día me descontrolé. Recordé cada palabra que me contó mi hijo. Me llené de rabia y lloré desconsoladamente en plena calle. Nadie entendía mi dolor”
Estrés, culpa y sobreprotección, las secuelas en padre
Son muchas las historias que a diario llegan a los consultorios de orientadores psicólogos y psiquiatras en función a esta situación. Esto realmente no es fácil de manejar y siempre es inesperado para una familia, una de las primeras cosas que los padres deben lidiar es con su propio sentimiento de culpa. Cuando el abuso sexual llega a ventilarse -tristemente esto solo ocurre en un porcentaje muy bajo - los padres no pueden dejar de recriminarse el no haber visto alguna señal de lo que estaba pasando en sus narices. Sienten que han fallado al juramento no escrito de proteger a sus propios hijos.
Como padres, se pueden tomar dos caminos. Pasar todo el día culpándose y recriminando el destino que les tocó vivir por haber permitido una situación de este tipo, sumidos en culpa y esperar que las cosas se solucionen por intervención divina. O hacer lo que es mejor para nuestros hijos, ganar otra vez el lugar como protectores en la vida del niño y delegar en personas más capacitadas aquellos aspectos que no podemos tratar por nosotros mismos,
Es aquí donde se hace necesario el manejo con especialistas permitiendo que estos profesionales ayuden a encontrar el mejor camino para lidiar con esta situación, para poder responder de manera congruente y efectiva. Por eso es que es tan importante la atención de los padres y representantes, Si los padres y representantes no pueden manejar sus emociones como pueden pretender que el niño las maneje.
A demás los tramites frente estos hechos las denuncias, acompañamiento del niño niña o adolescente, las citas médicas y asistenciales son complicadas y es necesario tener presente que esos trámites y acompañamientos no los hacen niños lo hacen adultos .Son los adultos los responsables del manejo del niño y deben estar muy claros y equilibrados, para tomar las decisiones que van a hacer que el niño recupere su salud y tranquilidad lo más rápido posible y la familia construya una vida en bienestar
Independientemente de la decisión que tome la familia o el adulto responsable sobre si denuncia o no denuncia. El acompañamiento con un especialista es prioritario para obtener lo más rápido posible calidad de vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario