SEXUALIDAD EN EL ADULTO MAYOR
Así como el
cuerpo y sus funciones experimentan cambios con la edad, de la misma manera, la
sexualidad comparte este proceso: el envejecimiento. Si bien somos sexuados
desde que nacemos hasta que morimos, sabemos que las posibilidades se modifican
con el paso de los años. Si la vida sexual en la juventud fue placentera y
satisfactoria condicionará su sexualidad en la llamada tercera edad y tratará
de mantenerla, no así los que tuvieron un pasado disfuncional.
Muchas
personas creen que la vida sexual, simplemente, ha llegado a su fin. Lo cual, a
la luz de las investigaciones sexológicas actuales, se revela como un
prejuicio, un preconcepto. Estas investigaciones muestran que las personas de
la llamada tercera edad, con relativa buena salud, que disfrutan del sexo, son
capaces de tener actividad sexual hasta una edad muy avanzada.
Para (Sapetti- Kaplan, 1986) . La presión social
apunta a desexualizar a los ancianos de los que, en general, se espera que
cumplan con la imagen idealizada de dedicarse a cuidar a los nietos o al
esparcimiento monótono, en fin, a convertirse en “la clase pasiva”, donde las
pasiones no tienen demasiado espacio, pero si éstas aparecen, quienes las viven
frecuentemente reciben el apodo de “viejos verdes”, “chivos viejos” o “viejos
sucios”. El vigor de los hombres jóvenes, es llamado lascivia en los viejos; la
pasión femenina adopta tonalidad de locura de una “vieja loca”. Es que existe
una mitología -alimentada por una mala información - que niega o denigra la
sexualidad de las últimas etapas de la vida. Estas falsas creencias tienen sus
pilares en una cultura que ha convertido al cuerpo joven y esbelto en un ideal
de vida, y al rendimiento, en la vara para medir cualquier actividad, incluida
la sexual.
“Nuestra
experiencia como sexólogos nos muestra que las quejas entre las parejas de edad
avanzada en general coinciden con las planteadas por los más jóvenes: interés
por un lado y desinterés por el otro, pasividad o rechazos o dificultad para
coincidir en la frecuencia del acto. Del mismo modo, también es posible abordar
el tratamiento de ciertas disfunciones con el mismo grado de éxito que en las
parejas más jóvenes” (Sapetti, A., Rosenzvaig, R., 1997).
Entonces
la actividad sexual cumple muchas más funciones que las fisiológicas, en el
adulto mayor, donde el envejecimiento, se refleja justamente en lo físico, el
significado de la sexualidad se amplía aún más adquiriendo características
diferentes que en otras etapas de la vida. Para el adulto mayor la sexualidad es mucho más que
derribar mitos o comunicarse. En esta etapa como en ninguna otra etapa de la
vida, la afectividad cobra gran importancia como mediadora de las relaciones
sexuales. En el adulto mayor surge un nuevo lenguaje sexual en el cual se
revela el amor, el afecto, la relación interpersonal, mucho más que el
significado preferentemente sexual-genital tan restringido de la “juventud”.
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